10 junio 2007

Algo para compartir

LAS ADICCIONES Y LA TERAPIA FLORAL

Este es otro punto de vista… que se complementa con el de las terapias convencionales y llega a reemplazarlas.

“A-dicción”: significa “lo no dicho”, y, en relación al tema que nos ocupa, podríamos hacer alusión a los “secretos”, a los “ocultamientos”, a lo “no expresado”. Y dando un paso más, nos encontramos con las “carencias”: de afecto, de contención, de contacto, de presencia, de escucha.

¿Escucharon hablar de los “hogares o familias disfuncionales”? Sí, a este punto quería llegar; la disfuncionalidad es la distorsión en los roles o funciones de los integrantes de una familia (algún padre o madre se vuelve “hijo” ó “hija” de sus propios hijos, por haber sufrido, a su vez, carencias en sus familias primarias).

Ahora, entonces, llegamos al comprender cómo se articulan las “carencias” con la “disfuncionalidad”: la familia en la cual sus integrantes se identifican con roles distorsionados, no cumplen saludablemente los objetivos de toda familia: la crianza y cuidado de los hijos, tanto como el respeto por el desarrollo de todos sus integrantes.

En tal situación, es lógico que aparezcan las carencias a nivel afectivo, el amor expresado a través de manipulaciones hacia el otro, y, muy especialmente, la negación rotunda de esta situación, que se vuelve una especie de “secreto familiar”.

Llegados a este punto, podemos empezar a comprender la relación de esta circunstancia y la aparición de adicciones: al alcohol, a las drogas, al juego, a la comida, a las personas…

El vínculo se establece “desde la carencia”, desde “lo que me falta para ser feliz”, esto de que “no puedo vivir sin…”, en lugar de elegir la situación, el objeto o la persona libremente, sabiendo que se hace desde la sensación de plenitud y no desde la vivencia de “falta de”.

Nuestra cultura no colabora en la constitución de vínculos sanos, ya que, a través del llamado “consumismo”, se nos estimula a ser más dependientes, a creer que siempre nos falta algo, que si no tenemos un producto determinado, ya casi ni somos “dignos”. Por otro lado, los mensajes expresados a través de canciones populares que afirman que “no puedo vivir sin tì” ó, “tu ausencia me mata”, o cosas por el estilo, no hacen más que confundir un romanticismo sano con una especie de inmadurez afectiva, casi infantil.

La Terapia Floral aporta valiosos elementos tanto desde las esencias mismas como a través de su propia filosofía para revertir gradualmente las adicciones.

En el Sistema Floral de Bach, contamos con flores como:
*Rescue Remedy, Agrimony, Centaury, Chestnut Bud, Chicory, Crab Apple, Gorse, Holly, Pine, Walnut, las cuales re-
vierten en forma permanente cuadros de shock, negación, falta de límites, no aprendizaje de la experiencia,
manipulación, intoxicación, falta de fe, ira, culpa y no poder cambiar, respectivamente.

En el Sistema Floral de Bush, podría señalar:
*Remedio de Emergencia, Alpine Mint Bush, Black-Eyed-Susan, Bottlebrush, Crowea, Isopogon, Monga Waratah,
Mountain Devil, Old Man Banksia, Philoteca, Red Helmet Orchid, Southern Cross, Sturt Desert Rose, Waratah,
Wedding Bush. Transforman positivamente situaciones de desborde emocional, cansancio por atención de otros,
Hiperactividad compulsiva, no poder cambiar, ansiedad, no lograr aprender de la experiencia, dependencia
de los demás, ira, no poder poner límites, sentirse “poca cosa”, mala relación paterna, sentimiento de ser “víctima”,
culpa, desesperación, falta de compromiso, respectivamente.

Los cambios son graduales y permanentes, siendo recomendable además, la participación en algún grupo de autoayuda específico, dado que esta problemática se inició en un grupo, el familiar, y requiere la “práctica” de nuevas formas de vincularse, más sanas, lo cual es propiciado por el efecto de los remedios florales mismos.


ALGUNOS TESTIMONIOS

“Las flores significaron un antes y un después en mi vida” (D., 43 años)
“A partir del tratamiento me dí cuenta de que mi problema era la adicción a personas y no lo sabía, a pesar de haber hecho años de psicoterapia” (A, 50 años)
“Sabía cuál era mi problema pero no sabía cómo salir” (N, 35 años)
“Viví muchos años sintiendo culpa por todo y haciéndome cargo de todos, sufrí depresiones y cada vez que intentaba una salida, los miedos eran insuperables, hasta que por casualidad, probé las flores” (E, 49 años)


Ver Flores de Bach

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